El miedo y la jaula dorada

 


Carl Honoré
Una de las grandes paradojas de la cultura actual es que tiene teóricamente como objetivo formar niños creativos, autosuficientes, que sepan correr riesgos y manejar la incertidumbre pero el efecto que conseguimos es todo lo contrario.
A los chicos que están saliendo de esta fábrica educativa, a la niñez del siglo XXI, le cuesta superar el miedo. Son niños que nunca han tenido la oportunidad de aprender esta lección básica, porque intentamos siempre eliminar el riesgo de sus vidas, lo cual es antinatural, ya que el riesgo existe y es uno de los obstáculos que los chicos tienen que aprender a manejar y entender cómo abordarlo.
Si los encerramos en una jaula dorada, evitando el peligro durante doce o trece años, cuando salgan van a tener muchos problemas.
La segunda parte del problema es que los niños sienten y viven el miedo que tienen los padres, y eso lo he experimentado en primera persona: ahora mi hijo va solo al colegio caminando, pero lograrlo fue dar un gran salto; estaba contaminado por la cultura del pánico; en el colegio estaba rodeado de campañas de seguridad, que le indicaban que los adultos desconocidos eran pederastas potenciales y que el tráfico lo iba a matar. Y a esa visión contribuimos también las familias y los medios de comunicación.
La obsesión por la seguridad puede resultar inmovilizadora . Nuestros hijos deberían disfrutar de una exposición sensata al riesgo. A veces tropezarán, otras las cosas no saldrán bien; pero es que es imposible la pretensión de que un chico sea constantemente feliz.
Fotografía de Raymond Depardon
Fuente: Estratégias educativas

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