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Mostrando entradas de noviembre, 2013
Per molts anys Joan!
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Hoy celebro mi cumpleaños, el cincuenta y seis. Me siento bendecido por tanto tiempo de vida, por tanto y tanto recibido y por todos los frutos que también me ha sido posible dar. Contento, sereno y agradecido, aprovecho para saludar a todos los amigos que nos acompañamos, más cercanos o más lejanos, más conocidos o más desconocidos, más queridos o menos queridos, en nuestro común camino del alma. Y también para compartir unos versos de Shakespeare que me hacen evocar la importancia de dar frutos para sentir la plena sintonía con nuestra naturaleza. Que sea un día de risas y música para todos. JOAN GARRIGA ... Las antorchas nos deben luz, ornato las joyas, su sabor los manjares, la belleza su goce, las hierbas sus aromas y las plantas sus frutos: lo que para sí crece, del crecimiento abusa. Siembra de siembra nace, lo bello cría lo bello; engendrado tú fuiste, debes pues engendrar. Tomado del libro Venus y Adonis - Poemas diversos de William Shakespeare.
Enseñar las verguenzas
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Me enseñaron la vergüenza. Me enseñaron a avergonzarme de mi cuerpo, de mis actos, de mis pensamientos. Me enseñaron que lo que pienso es absurdo, que lo que hago es ridículo, que lo que deseo es sucio. Y aprendí a no decir lo que pensaba, por vergüenza de que alguien a mi alrededor pensara algo mejor. Y aprendí a no hacer lo que me apetecía, por vergüenza de que alguien a mi alrededor creyera que era inoportuno. Y aprendí a no perseguir lo que deseaba, por vergüenza de que alguien a mi alrededor opinara que era inapropiado. No contenta con someterme a la mirada externa, me plegué también a la vergüenza ajena. Y aprendí a preguntarle a la vergüenza cómo vestirme, no vaya a ser que alguien pensara que voy buscando gustar, destacar. Y aprendí a escuchar a la vergüenza al desnudarme, no vaya a ser que me sintiera cómoda en mi cuerpo, y me acostumbrara a enseñar(me)lo sin miedo. Y aprendí a consultar con la vergüenza antes de abrir la boca, no vaya a ser que dijera
El milagro de la canción del hermano
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Como cualquier madre, cuando Karen supo que un bebé estaba en camino hizo todo lo posible para ayudar a su otro hijo, Miguel, de tres años de edad, a prepararse para la llegada. Los exámenes mostraban que era una niña y todos los días Miguel cantaba cerca de la panza de su mamá . El ya amaba a su hermanita, aún antes de que ella naciera. El embarazo se desarrolló normalmente. En el tiempo exacto vinieron las contracciones. Primero cada cinco minutos, después cada tres y luego cada minuto. Entretanto, surgieron algunas complicaciones y el trabajo de parto de Karen demoró horas. Todos discutían la necesidad probable de una cesárea. Hasta que al fin, después de mucho tiempo, la hermanita de Miguel nació . Sólo que ella estaba muy mal. Con la sirena a todo volumen, la ambulancia llevó a la recién nacida hasta la unidad de terapia intensiva neonatal del Hospital Saint Mary. Los días pasaban y la pequeñita empeoraba . Los médicos dijeron a los padres que se prepararan para l