Las desgracias pueden, paradójicamente, permitirnos madurar

Una enfermedad, un accidente, una ruptura, un despido, la muerte de un ser querido... Las desgracias pueden, paradójicamente, permitirnos madurar. Todo depende de cómo las veamos: como problemas o como oportunidades. Ésta es la primera entrega de una serie de tres reportajes sobre crecimiento personal.



Alex Rovira "La gratitud de estar vivo me mueve a servir a los demás"
41 años. Separado y con tres hijos. Escritor, conferenciante y psiconomista. El detonante de su fortalecimiento fue la muerte de uno de sus mejores amigos, lo que le llevó a padecer una depresión.
"A lo largo de mi vida he atravesado varias crisis. Una de las más importantes me sucedió a los 27 años, cuando un infarto se llevó a uno de mis mejores amigos. Su muerte me hundió en una depresión de la que salí sin pastillas. Aquel intenso sufrimiento me movió a investigar más profundamente acerca del alma humana. Y a escribir acerca de lo que sentía dentro de mí. Así fue como descubrí mi vocación literaria y mi pasión por servir a los demás haciendo lo que amo: compartir mi propia experiencia de transformación. Más adelante estuve a punto de perder a uno de mis hijos. Desde entonces me siento cada día agradecido de estar vivo. Ya no doy por sentado nada. En eso consiste vivir conscientemente: en valorar lo que tienes, aprovechar lo que te sucede y disfrutar de cada momento. Para mí, la vida es un regalo maravilloso, una oportunidad para aprender a ser feliz por mí mismo y aceptar y amar a los demás. Ése es el verdadero camino espiritual. Doy gracias a la adversidad y al sufrimiento porque me han permitido descubrir el sentido de la vida"...

http://elpais.com/diario/2010/01/03/eps/1262503620_850215.html

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