Pedir..

El pedir supone el derecho de una persona a existir en relación con el otro. Cuando pedimos, lo hacemos porque nos sentimos dignos de ser escuchados y ayudados
 Joan Quintana



 
 
En toda conexión, sea familiar, profesional o de amistad, intercambiamos cotidianamente pidiendo, ofreciendo y acordando. La manera en que lo hacemos determina el tipo de víncu­lo, la cercanía y dónde ponemos el poder en la relación, si es de amistad, de colaboración, de antagonismo o de jerarquía. Este artículo se centra en la acción de pedir. Se puede hacer como una sugerencia, una indicación, un ruego, una súplica, una reclamación, una exigencia, una imposición o sencillamente especificando lo que uno quiere, necesita o espera.
Para Gloria, pedir era signo de debilidad. Entendía que debía mostrarse fuerte y segura. Si quería algo, era mejor callar y aguantar. Así la educaron, lo importante era el otro y lo que necesitaba. Cabía la esperanza de que el otro adivinaría lo que una necesitaba. Como Gloria, somos muchos los que tenemos dificultades en demandar algo, nos es más fácil ofrecer. Antes de insinuar que nos escuchen, escuchamos. Antes de solicitar tiempo para nosotros, dedicamos tiempo a los demás. Antes de pedir lo que nos conviene, intentamos satisfacer al otro; y si no, nos sentimos culpables. Nos obligamos a realizar tareas que, si paráramos a reflexionar, nos daríamos cuenta de que tenemos la opción de no hacerlas, o bien no son tan urgentes o las podemos compartir.
En la vulnerabilidad y la fragilidad se abre el corazón, para recibir, respetándonos y respetando lo que viene del otro, con gratitud
(Joan Garriga)


http://elpais.com/elpais/2014/02/10/eps/1392038755_380811.html 

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