Habla mi Dios interior

Cuando hago bien al otro, me lo hago a mí mismo. Todo lo que hago al otro, me lo hago a mí. Y por el hecho de entrar en comunicación con el otro sin agresión, yo recibo.



Mientras que en mi alma hay pequeñas agresiones, mi templo no está limpio. En este caso, no construiré mi alma. No encontraré a mi Dios interior. No me comunicaré.

Desde que encontramos a nuestro Dios interno, no estamos solos, jamás débiles, sino siempre en fortaleza. Él nos ayuda a vencer cualquier dificultad. Nos volveremos invulnerables. Nuestra fe es indestructibles. Nuestra palabra y nuestra obra lo son también. Esta fuerza nos acompañará hasta el fin de los tiempos, hasta el final de nuestro tiempo.

Alejandro Jodorowsky en Evangelios para sanar, editorial Siruela.

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