¿Es sana tu relación de pareja?

Una pareja sana debe prometerse:

–> En el terreno intelectual: dejarse ser lo que son. Se casan prometiéndose que ninguno de los dos imitará al otro, ni se obligarán a ver el mundo con las referencias de su pareja. Nunca le diremos a nuestra pareja: “Quiero que pienses esto o lo otro”. Respetaremos siempre lo que somos sin sentirnos culpables, sin permitir que nadie intente imponernos conductas o ideales que no sean los nuestros. Tendremos derecho a expresar nuestra propia visión del mundo, aunque difiera de la del otro. No nos impediremos ver ni oír lo que nuestra curiosidad nos pida. Tenemos derecho a desarrollar nuestros sentidos en la dirección que nos convenga.
 
 
 
–>En el terreno emocional: reconoceremos que no todos amamos de la misma manera. No nos someteremos a la tortura de querernos unir de un modo que no sea el nuestro. Nos amaremos como podamos amarnos, sin tratar de ser espejo, sin aspirar a una quimérica fusión, sin desear serlo todo el uno para el otro. No nos encerraremos en una relación exclusiva, sino que iremos agregando a nuestro cariño el cariño por nuestros hijos, por nuestros parientes, por nuestros amigos, por aquellos a los que admiramos, por la humanidad entera, por ese impensable que llamamos “Dios”. Reconoceremos que el amor no es la búsqueda de la igualdad sino de la diferencia complementaria. No seremos dueños ni propiedad el uno del otro, nos ataremos con nudos que siempre sabremos deshacer, nos ayudaremos a conservar en lo más profundo de nuestro ser un área privada, nos protegeremos mutuamente pero sin privarnos nunca de nuestra libertad. Caminaremos juntos bendiciendo cada uno de nuestros pasos, pero si nuestros caminos se separan, lo aceptaremos deseando lo mejor para el otro en su nueva vida.
 
–>En el terreno sexual: comprenderemos que el encuentro de nuestros cuerpos es un placer que debe ser explorado y desarrollado. La verdadera clave de una descendencia feliz es el goce con el que la engendramos. Tendremos hijos del placer, no del deber. Este placer será mutuo y sin límites. Nos permitiremos expresar nuestros deseos, solicitando esta o aquella caricia, aceptando satisfacer las fantasías sexuales del otro pero teniendo el derecho a negarnos. El “no” es un compromiso que nos permite buscar la satisfacción con quien nos la pueda dar. La sublimación y la abstinencia deben ser sinceras y no disfraces de la frustración. Aceptaremos sin celos que otra persona dé a nuestra pareja lo que nosotros no podemos darle.
 
–>En el terreno material: compartiremos un espacio pero nos permitiremos también tener un territorio personal, con la promesa de no invadir nunca el del otro, respetando nuestra necesidad de soledad. Igualmente tendremos algún dinero común, pero conservaremos celosamente una independencia económica.
 
Una relación sana no se construye sobre deseos de posesión. La mujer no pertenece al hombre, ni el hombre pertenece a la mujer. Ambos se unen en el amor y colaboran juntos en una obra, material o espiritual.
 
Fuente: Cabaret Místico, Alejandro Jodorowsky
Imagen: Marcela Bolivar
Plano Creativo

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