La relación padres hijos és jerárquica.
En la
relación padres-hijos los padres no son, no pueden ser, amigos o compañeros,
sino sola y únicamente aquellos que guían. Los hijos tienen la necesidad de
reglas claras y, sobre todo, de un contexto donde no se mitifique la realidad,
sino donde los hijos perciban en cada momentos que los adultos son las personas
que hacen de guía, personas firmes, que saben lo que quieren y que establecen
lo que se puede y lo que no se puede hacer.
Dejar tomar
las decisiones a los hijos no les ayuda a interiorizar las reglas y las normas
a las que atenerse y a las que hacer frente.
…Otra
desorden con el que nos enfrentamos es el de intentar con todas sus fuerzas
disminuir, suprimir por completo, la dificultad de los hijos, hiperprotegiéndoles,
en la convicción de que esto les puede preparar
mejor para afrontar la vida, Un fenómeno extremadamente negativo, que
irónicamente lleva afirmar que la adolescencia ya no empieza ni acaba donde empezaba
y acababa antes, sino que se ha prolongado hasta los 30-35 años, y en algunos
casos, hasta los 40.
Cuanto más
sepan los padres decir no, tanto más los hijos se tendrán que rebelar y tendrán
que criticar a sus padres, pero este hecho será indicativo de la fuerza y la
salud de la relación. El hijo que se rebela contra las directrices de los
padres es un que se comporta según el orden natural de las cosas, es decir, una
persona que lucha para intentar obtener beneficios sin esfuerzo, obligación o
fatiga, y los padres débiles, que ceden, que dan sin pedir ningún tipo de
esfuerzo a cambio, permiten al propio hijo aprender el arte de conseguir
solamente pidiendo y levantando la voz.
Ser padres
firmes, que imponen, que dicen que no que piden y dan sólo si hay esfuerzo y voluntad
de la otra parte es una forma de respeto para los propios hijos, y de amor. Es
un amor justo, que en el lenguaje clínico se llama responsable.
Todo en el lugar que corresponde ayuda a los buenos resultados cada uno en su rol ,para mi entender lo mejor.
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