Y el abuelo me dijo

 ....todo es uno y todo esta vivo, los árboles también son nuestros maestros cuando aprendemos a sintonizar su idioma, y el fuego tantas cosas nos anticipa y las plantas sagradas que nos hablan de cosas que son ciertas pero no en esta realidad.
 
 
 
El abuelo me enseñó que la vida es una ceremonia, que todo lugar es sagrado, que la palabra es medicina y que el silencio dice muchas cosas. La abuela del norte me recordó la importancia de vivir agradecidos y agradeciendo, de vivir con la misma reverencia con la que participamos de una ceremonia. Ella me confesó un día: “soy discípula de una piedra”. Años después un anciano nativo de Madagascar me decía: “todo lo que sé, lo aprendí de un arbol”

Chamalu

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